miércoles, 28 de diciembre de 2011

“Ney tiene un corazón enorme”

Así definió César Spósito, padre de Valentino, al oncólogo, fundador de la Peluffo Guigens, que logró sacar a su hijo adelante y cuya destitución generó una crisis institucional en la fundación

Los apoyos al oncólogo Ney Castillo continúan apareciendo tras la decisión de la Comisión Directiva de la fundación Peluffo Guigens de cesarlo del cargo de jefe de servicios, por hacer públicas sus discrepancias con el presidente de la institución, Jorge Bartesaghi respecto al destino de los fondos de la organización que tiene como fin atender a niños y adolescentes con cáncer.

Manifestaciones de solidaridad llegaron de todos lados. Desde ámbitos institucionales, como el Sindicato Médico del Uruguay, que denunció su destitución como “abusiva”; desde el sector público, cuando la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) resolvió mantenerlo como director del servicio de Oncología Pediátrica que funciona en el Pereira Rossell; desde sus compañeros, los médicos de la fundación que evalúan renunciar en masa si no se va Bartesaghi; y desde los padres de los niños que atiende el médico en la fundación, que de manera “espontánea” le manifestaron en todo momento su respaldo. Pero lo más “conmovedor”, según declaró Castillo a El Observador, fue ver la preocupación de los niños cuando se enteraron que se iba de la fundación.

A la llamada de una niña llorando, que recibió en la noche de este lunes, luego de haberse enterado por televisión que se iba de la Peluffo Guigens, se le sumó el mail de Cristian, un ex paciente de 32 años, que actualmente vive en San José y hace 10 años está de alta.

Cristian dijo a El Observador que si bien ha perdido el contacto con Castillo, tiene muy buenos recuerdos de la época en la que se atendía con él. En aquel momento Cristian tenía 17 años.

En el mail que le hizo llegar recuerda la primera vez que vio al “Dr. Castillo”. “Ese mismo día dejó de serlo para pasar a ser Ney. Sus primeras palabras fueron el bastión de mi lucha”, escribió. “Se sentó frente a mí y me dijo: ‘Cristian, ya sos un hombre de 17 años y no voy a hablar de vos con tus padres. Voy a hablar con vos. Hay un ‘x’ porcentaje de que te quedes y un ‘x’ porcentaje de que no… entre vos y yo vamos a quedarnos con el porcentaje bueno’”, continúa Cristian relatando en su mail. “Fue la única vez que lloré durante el tiempo que duró mi enfermedad y lo hice a manera de limpieza porque me sentía cuidado, protegido”, aseguró.

Cristian, que actualmente lleva una vida normal, no se olvida tampoco de las charlas que cada seis meses mantenía con su médico, Ney. “Entraba y parecía que me había visto el día anterior, me preguntaba por las materias del liceo, por el fútbol, por mi vida”. Hasta recuerda que más de una vez le llegó a decir a su madre de camino de vuelta en el ómnibus: “Este hombre debe anotar cada vez que nos vemos todo lo que le digo y unos minutos antes de verme lo lee para refrescar la memoria. No puede acordarse tanto de mí, atiende mucha gente”. Pero si lo leía antes o no, no le importaba. La prueba está que en el mail le dice a Ney: “Me hacías bien, me hacías sentir que no era un simple número, una estadística”.

“Me tomé el atrevimiento de sentirte mi amigo y aunque hace más de 10 años que no nos vemos en persona, cada vez que te veo en la tele o escucho algo de vos, siento que hablan de alguien que conozco, que quiero, que admiro”, escribió en su mail.
“Hoy la vida te plantea un desafío a vos y algo adentro mió me dijo a la mañana que tenía que decir lo que siento, que tenía que contarle a la gente de este país que queda gente buena y que debemos luchar por ellos. Me sumo a la lucha de las madres que vi en la mañana por tele”, continuó sus líneas Cristian, al tiempo que alienta a cualquiera que llegue a padecer la misma enfermedad que él sufrió, que se acerque a Ney “con la plena seguridad” porque “están en las mejores manos que este país les pueda brindar”.

Por su parte, César Spósito y su mujer Eliana Kaplan, cuyo hijo Valentino se atendió con Castillo, dieron su testimonio a El Observador contando la experiencia de la enfermedad y el respaldo que recibieron en todo momento de Castillo. “Muchas veces yo lo llamaba y no me atendía, pero enseguida me llamaba él, incluso estando en el exterior”, contó Eliana, al tiempo que destacó: “El no tiene horarios”.

En tanto, Gabriel Flangini, el padre de una niña ex paciente de Castillo, curada en el año 2000, hizo llegar a El Observador un mail en el que señala que la decisión que tomó la Comisión Directiva de la fundación “es la peor (…) y se van a tener que hacer cargo” porque “la trayectoria y la verdad de los hechos mandan y los condenan”.

En un mensaje directo a Castillo le manifiesta: “Ver padres, funcionarios y hasta tus compañeros doctores sensibilizados defendiéndote, fue la máxima expresión de reconocimiento a que una persona puede aspirar. Es en el reconocimiento de la gente y el respeto a tus compañeros donde se ve el buen liderazgo”.

“Es en estos momentos que nos damos cuenta que estamos vivos, porque estamos decididos a vivir nuestra vida y no a obedecer intereses de otros, haciendo lo correcto, lo hay que hacer”, expresa Flangini, sin antes remarcar que “el falso líder se va a ver con la verdad. El papelón es grande y no va a ser el único que deberá enfrentarlo”

FUENTE : http://www.elobservador.com.uy/noticia/215882/ney-tiene-un-corazon-enorme/

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